Las canciones alcanzan con los nuevos arreglos una dimensión desconocida, siendo las mejores versiones que se han podido escuchar a lo largo de una carrera en la que empezaron sus prestaciones en directo como dúo tecnopop para ir derivando hacia un formato de banda más convencional. Además, si tenemos en cuenta que Genís y Manolo son más buenos autores que intérpretes, escuchar sus temas tocados con el virtuosismo del que hacen gala unos músicos que se mueven con igual soltura en el campo de la clásica, el jazz o el folk, fue una auténtica gozada. También una verdadera sorpresa, porque ni el más osado de sus fans podía imaginarse lo bien que se adapta un instrumento típicamente folklórico como es la zanfona a las necesidades de su pop. Tanto es así que Todo da lo mismo, interpretada con el único acompañamiento de este instrumento, se convirtió en uno de los momentos más emocionantes de la velada. Otra cúspide con protagonismo destacado de la viola de rueda fue El vertedero de SâoPaulo. Los arreglos orquestales se adaptan como un guante a las canciones, llevándolas en volandas y rubricando de manera inteligente los vaivenes de las melodías, ya sea en forma de crescendos exultantes o por el lado minimalista. El mejor ejemplo fue la brillante ejecución de Todo nos parece una mierda.